Enigmas resueltos

En 1977 salió el primer número de la revista Poesía. Revista ilustrada de información poética, creada y financiada —o tempora, o mores…!— por el Ministerio de Cultura y dirigida de manera admirable por Gonzalo Armero. Desde el primer número quedamos enganchados a su impecable diseño y a la sensación de descubrimiento exultante que suponía pasar cada una de sus páginas. Formó parte esencial de nuestra educación estética básica. En el número 9, de 1980, se encontraba un trabajo de Luis Robledo Estaire que se nos grabó en la memoria. Allí oímos hablar por primera vez de «cánones enigmáticos», y atendimos con curiosidad al nombre de Juan del Vado (1626-1691), el músico autor de aquellos pentagramas insólitos. Andando el tiempo conocimos a Luis Robledo y trabamos amistad. Hoy él ha publicado y comentado extensamente los cánones, aunque cambiándoles levemente la definición genérica. El libro que acaba de aparecer se titula: Los emblemas musicales de Juan del Vado (Madrid: Fundación Caja Madrid, 2009). Lleva un estudio introductorio sobre los emblemas musicales y la figura de Juan del Vado, la reproducción de las páginas manuscritas autógrafas (que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid) y la edición de la música en limpias partituras que resuelven los enigmas y los dejan listos para ser interpretados.

Estos emblemas musicales los había dispuesto Juan del Vado como exordio a un libro de misas completado entre 1677 y 1679 y que entregó al hermanastro de Carlos II, Juan José de Austria, para utilizarlo en la Capilla Real.






«En lugar de sonetos ofrezco a la curiosidad esas empresas enigmáticas o problemas musicales en el principio del libro, que tienen sus definiçiones al fin, adonde se hallan las llaves de los secretos que ençierran, que son con propiedad las claves, y las guardas, las pausas. Algunas hay que tienen muchos dientes y, por eso, difíçiles de falsear, mas tal puede ser la sutileça que a fuer de gançúa las abra y manifieste, y en lugar de castigo mereçerá alabança. Nótalas, que son dignas de reparo, y, con todo, te doy facultad, y tú la tienes, de juzgar de mi libro como te pareçiere, que lo mismo he hecho yo de otros, y así, quedamos iguales todos.» (Biblioteca Nacional, Ms. M/1323, «Prólogo a los maestros y dignos çensores desta facultad»).
En el manuscrito M/1325, también de Juan del Vado, se encuentran estos otros dos emblemas musicales que finalmente descartó del libro entregado a la Capilla Real.



Lástima que el libro no lleve un CD donde poder escuchar los juegos del ingenioso maestro de clave de Carlos II, en cuyo testamento consta la escritura de 20 misas, 2 lamentaciones, 96 composiciones religiosas en romance y la música en partitura de 6 comedias representadas en el coliseo del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Al menos, con la aclaradora transcripción de Luis Robledo, ahora cualquiera puede atreverse.

3 comentarios:

Stuart Clayton dijo...

En alemán, un clave avec dientes se llama Bartschlüssel (clave barba). Una sutileza es que son los Profilkerben (gullets, [edge notches]) de que hablan los técnicos. Ellos vean la diferancia. Corrientemente, los dientes se llaman Zacken ([saw]teeth).

Studiolum dijo...

Pero es una imagen confusa, ¿no? si son los Zacken que hacen una Bartschlüssel. ¡Qué barba rasposa! Bien, a decir la verdad, la misma confusión existe también en el húngaro donde la totalidad de los Zähnen de la llave hace la Feder de la misma…

Stuart Clayton dijo...

Es gente de la calle que dice Zacken. Hay también el termino técnico de Profilkerben, lo que se encuentre entre los Zacken. La palabra diferancia es una palabra clave de Derrida. Por eso escribí "sutileza".

Me parece ahora que los artículos sobre llaves en la WiPe no son completamente de acuerdo con la usanza vulgar. Hay allí Bartschlüssel (mire la foto de "Autoschlüssel Ford" ), pero lo que normalmente se llama Bartschlüssel es denominado en otro sitio Buntbartschlüssel, aquí.